¿En qué piensa esta ballena?

 

Hace poco hicimos una visita al Oceanogràfic de Valencia, de donde es esta foto. La visita me gustó pero también me dejó, por otra parte, cierto sabor amargo. Las instalaciones están muy bien, con sus entornos separados por temáticas (ecosistemas), los acuarios, los túneles-mirador, con los tiburones, las rayas, peces de vistosos colores, etc. Sin embargo, no dejan de mostrarnos a seres vivos que están encerrados.

Si pruebas a pararte en algún momento y te fijas detenidamente en alguno de ellos, observarás que muestran un patrón específico de comportamiento, una trayectoria periódica, con cierto caos, pero limitado, síntoma quizás de un eterno hastío, o de una rendición al confinamiento.

 

Las belugas estaban quietas, sin embargo. Esta de la foto, se pasó todo el rato que estuvimos observándola así como aparece, de espaldas y con la cabeza pegada a la verja. ¿Es posible que pudiera sentir añoranza de un espacio abierto?

 

Una sensación parecida se me quedó con los delfines: el espectáculo es muy bonito, y muy musical, y los delfines son capaces de piruetas espectaculares. Mas también son animales inteligentes, con su propio lenguaje y sus propios secretos. ¿De verdad estamos aprovechando todo su potencial científico?

 

De todas formas, la visita es recomendable. Todo parece, por una vez, bien planificado y estudiado. Además hay talleres y actividades para los más pequeños, con concursos de dibujo y demás, en donde se aprovecha para concienciar a las nuevas generaciones sobre los peligros que acechan a la biodiversidad marina y la preservación de nuestros mares y océanos. Este mismo mensaje también se transmite, a lo largo del recorrido, a todos los visitantes.   

 

 

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